Y entonces pasó, me enamoré de todas las palabras que no pronunció y de todas las mentiras que dijo en voz alta. Me enamoré de como metía su mano por mis braguitas y me enamoré de aquella jodida sonrisa que pocas o nulas veces me mostró. Me enamoré de su amor por el juego, y la vergüenza a ser descubiertos. Me enamoré de que hiciese que llegase al climax con solo imaginarme su lengua por mi espalda. Y me enamoró que nunca nunca me dijese con facilidad lo guapa que iba ese día. Me enamoró su terquedad y que me corrigiese cuando me equivocaba. Me enamoró que me diera ánimos a seguir trotando por el mundo y sus pies esperando en metas imaginarias. Me enamoró que me dijese que se ponía caliente mirando como me pintaba los labios, y que se imaginase vidas y vidas juntos.
Él me enamoró.
No hay comentarios:
Publicar un comentario