17/12/13

Tenías que ver como lo sentí en ese momento.
Cuando él estaba cualquier cosa me fascinaba. Las calles llenas de hojas secas, y ese coche aparcado cuando arrancó soltó todos los pedacitos como si fuera confeti. ¡Qué manera de celebrar el otoño, joder!.
Él aparecía, y desaparecía, como mi Guadiana.
Tenías que ver como sentí ese momento.
Cuando él no estaba, me fascinaba como las cosas me sentían a mi. No hacía aire, pero las hojas del árbol más cercanas a mi tenían un baile... ¡Joder, ni que sintieran la ventisca que tenía por dentro!.
Tenías que ver como sentí ese momento.
El despertarme y verlo en la cama, yo con las ingles llenas de moratones, él con la espalda llena de arañazos. Y Reverte, el jodido mirón, en la mesa esperando que le tocara a él. ¡Eso era despertarse, con el olor a café y amor en la habitación!.
Pero no tenías que ver como me sentí esta mañana.
Con un arañazo en teta menor, con Nina Simone diciendo que feeling good y yo que poco me podía sentir así. Fue como abrir la ventana para ver que día hace. ¡Un jodido golpe de realidad en la nariz!. Que bastante fría la tenía ya esta mañana de no haberme acurrucado en su ombligo.
Y ahora queda que imagine hasta que vuelvas a llenar los huecos de la cama, de la casa y de mi cuerpo. Que imagine cuando el champú se escapa entre mis dedos por la espalda que es tu mano. En menuda maldita víbora que te vuelves, con lo caliente que te me pones por las noches, y lo frío en la ducha.
Y que los caballos que representan tus dedos tardarán poco en galopar por mis llanuras bélicas.

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