16/4/13

Para las sonrisas Yann Tiersen, para las nostalgias Édith Piaf, para los ánimos descompuestos Ray Charles, para la cama Yiruma, para soñar tus caricias, para perder el control Chick Corea, para imaginar Jimi Hendrix, para cerrar los ojos Pink Floyd, para volar tus besos, para creer Michel Petrucciani.
Para el Jazz y el Rock no mezcles algo amargo. 
Y entonces llegan las mil dudas que no dirías nunca cuando fumas un cigarrillo, por si el humo entra mal y el acorde de violín pierde la forma original. Y si ese alto de guitarra nos hace perder el ritmo de los pies. Y quizá no sea el momento idóneo para que te diga que en la vida puedes sentir mil canciones que compone el jodido corazón cuando cree que eres tú el que llamará a esa puerta. 
Putas, putas orgías de ángeles que me llaman a la puerta, que no dejan escapar el gemido de uno de ellos por la ventana de la cocina. Que el aceite amasa esos cuerpos y los hace borbotar como buñuelos de viento en el aceite de una sartén de los 90.
Y deja que te diga que en esa calle ya no pasean más ligas negras con adornos navideños desde que tú no quieres pasar la mano por esas nalgas rojas y blancas del frío, y que nadie más ha querido desde que tú sabías como hacerlo y dejaste a todos por debajo de cualquier nivel.
Que salgamos a la calle ya, que hace un día de miedo para poder tumbarse en cualquier acera a pedir cariño, a pedir dinero para un whisky barato o qué coño, para pedirles a todos que vuelvas.

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